¿Paz para quién? La incoherencia internacional del Frente Amplio
Las recientes declaraciones del presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, reflejan con claridad el doble estándar con el que la dirigencia de izquierda sigue abordando los asuntos internacionales.
La Mesa Política del FA, con el respaldo unánime de sus integrantes, rechazó el despliegue militar de Estados Unidos en aguas del Caribe, cerca de las costas venezolanas, y expresó su «solidaridad con el pueblo venezolano frente a esta acción amenazante».
Pero la pregunta que urge hacerse es: ¿dónde estuvo esa solidaridad cuando ese mismo pueblo venezolano era masacrado por el régimen de Nicolás Maduro?
El comunicado parece ignorar de forma deliberada que Venezuela no es una nación en paz, sino un país gobernado por un régimen autoritario responsable de violaciones sistemáticas a los derechos humanos, represión política, censura, persecución y el éxodo de más de 7 millones de personas. Si lo que preocupa al Frente Amplio es una supuesta “amenaza a la paz”, sería sensato empezar por reconocer que en Venezuela la paz no se perdió ayer con un buque estadounidense, sino hace años, bajo una dictadura que ellos siguen evitando nombrar como tal.
Resulta llamativo, aunque no sorprendente que el Frente Amplio reserve sus condenas más severas para Estados Unidos, pero mantenga una prudencia casi cómplice ante regímenes como el de Maduro, Ortega o Díaz-Canel. Este silencio selectivo no es casual: responde a una visión ideologizada de la política exterior, que antepone lealtades históricas a principios universales como la democracia, la libertad de expresión y el respeto a los derechos humanos.
El presidente del FA, Fernando Pereira, ha insistido en mostrarse como una figura moderada y dialoguista. Sin embargo, su adhesión a este comunicado lo posiciona dentro del mismo juego de la vieja izquierda latinoamericana, que justifica o minimiza los atropellos de los gobiernos “amigos” mientras condena con energía todo lo que huela a Occidente o a Washington.
Una política exterior seria, responsable y con vocación democrática no puede operar bajo la lógica de la militancia. No se puede exigir respeto por los derechos humanos en Uruguay y hacer la vista gorda ante su vulneración en Venezuela. No se puede defender la libertad de prensa en Montevideo y callar cuando se encarcela a periodistas en Caracas. No se puede hablar de paz mientras se ignora la violencia del Estado contra su propio pueblo.
El Frente Amplio vuelve a elegir el camino cómodo de la retórica ideológica en lugar de pararse firme del lado de los valores que dice representar. La verdadera amenaza no es el movimiento de una flota. La verdadera amenaza es el relativismo moral que termina avalando dictaduras con el silencio. Y cuando ese silencio proviene de quienes aspiran a gobernar, es doblemente grave.
Por Fabián Magallanes