Mientras en todo el país se debate sobre el acceso al agua potable, viajamos más de 100 kilómetros rumbo a Tierras Coloradas, cerca de Pueblo Arévalo, y encontramos una realidad que no puede quedar en silencio.
Allá, donde el tiempo parece haberse detenido hace más de 30 años, una humilde casa de barro resiste, con Raquel, de 74 años, y su hijo Jorge, de 51, que viven sin agua potable propia.
Ellos dependen del agua que el Municipio les acerca en tanques, guardándola con cuidado para poder seguir adelante día a día.
Raquel dejó Montevideo hace más de tres décadas para cuidar a su padre y encontró en esta tierra un refugio duro, lleno de desafíos. Jorge sueña con lo básico: “abrir una canilla y que salga agua limpia “.
Con una pensión de $11.000 que apenas alcanza para mantener la esperanza viva, crían gallinas y caminan junto a un perro fiel, su compañero silencioso en la lucha diaria.
En un país que debate sobre el agua como un derecho, estas historias nos recuerdan que para muchos, el acceso sigue siendo un lujo y una batalla constante.
En El Mirador Arachán, recorremos Cerro Largo para contar lo que hay que contar: las vidas que resisten, las voces que piden ser escuchadas.